Ahora golpearé la tumba con los nudillos, para que levanten esta lápida y pueda salir de una vez, que ya estoy cansada del maldito juego. Seguro que el capullo de Gonzalo le está comiendo el morro a mi prima. Y mientras, yo aquí como una imbécil -pensaba Natalia.
Amelia y Gonzalo, se habían empeñado en jugar “a encontrar los muertos” en el cementerio viejo, donde enterramos al abuelo Ignacio, el pasado invierno.
Abuelo, nos lo hemos jugado a “dedos” y me ha tocado. He recordado el lugar de tu tumba para esconderme. Anda, ayúdame a levantar esto, que no tengo fuerzas. Abuelo, ¿ésta de aquí soy yo?