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martes, 23 de julio de 2013

Sierra de Castril



El fin de semana del 12 al 14 de julio, fuimos a la Sierra de Castril y nos instalamos en el camping El Cortijillo, a la orilla del río que da nombre a la zona, en la provincia de Granada. En diciembre había prometido volver y además había prometido hacerlo con la intención de acampar, meternos alguna ruta un poco más larga que la del Nacimiento del río y probar la respuesta de Pablo y Darío, mis hijos.



  
Los niños se lo pasaron en grande ante la novedad, el aire aventurero del viaje, la singularidad de la zona, los premios traducidos en helados, dormir en las tiendas de campaña, usar linternas, bañarnos en el río…

Descenso por el chinar de Túnez
El sábado hicímos la ruta del Barranco de la Osa, que sale del Cortijo del Nacimiento, llega al propio nacimiento y toma una senda para subir por un tramo de escalones de piedra, alcanzando la cueva de la Osa. Rodeamos esa parte de la sierra y volvimos a subir después de pasar el tejo, para ya bajar por el Cortijo de la Puerca, en un descenso por una senda zigzageante construida con muro de piedra en la pared de la montaña (Chinar de Túnez). 

Descenso por el chinar

Pablo
Mar

Darío
Jose



Regresamos al río, cruzando el puente de madera y volvemos al Cortijo del Nacimiento. Unos 8 ó 9 kilómetros que hicimos con Pablo y Darío en cuatro horas largas. Fue una auténtica caminata y algo dura para ellos, con tramos muy bonitos, vistas impresionantes, emoción, cansancio, pequeñas caídas… y al final llegamos, con juegos y las historias que contaba Mar, para hacerles más ameno lo que ya se antojaba agotador para los siete y cuatro años de los peques. Unos auténticos jabatos. Estoy muy orgulloso de cómo se hicieron el camino y me alegro de no haber visto las fotos de algunas partes del recorrido que al regreso vi en la web, ya que no lo hubiera hecho con ellos, o al menos hubiera tenido serias dudas.
Mapa del Sendero del Barranco de la Osa

 
El domingo, tal y como prometimos a los niños, hicimos una ruta cortita. La que va a la Cerrada de la Magdalena. Es un camino con un suave ascenso de unos dos kilómetros, que se hace en tres cuartos de hora y llega a una pared de caliza de donde mana una cascada que cae en una poza y continua cayendo en otras pequeñas pozas buscando su cauce. Nos impresionó lo bonito del sitio y su tranquilidad. Estábamos solos, nos dimos un baño en agua helada y nos pusimos al sol, cual lagartos, sobre las grandes rocas que interrumpen el paso del agua. 






Hay muchas cosas que destacaría aparte de las rutas y del sensacional comportamiento de mis hijos, como fueron las comidas en el restaurante del camping (trucha, carne de ciervo, níscalos), los baños en la piscina del camping, el paseo por el pueblo con las cervezas en la terraza del Bar de Emilio previas a la cena-tapeo en el Mesón Romero con su vino de la zona de la Sagra, … y me quedo corto, seguro, porque en esta ocasión no dimos el paseo por la pasarela que rodea la gran Peña de Castril.
Nos hemos reencontrado con una parte de nosotros que hacía tiempo echábamos de menos y hemos sido, ¿cómo se dice? ¡felices!.

Pablo y Darío fueron premiados aparte de con numerosos helados, con un bastón de senderismo cada uno. ¡Si es que era una “pelea” constante entre ellos para usar nuestros bastones!