jueves, 25 de marzo de 2010

Subida al Alto del Puerto. 14/03/2010

La subida al Alto del Puerto impresiona sólo con levantar la vista y observarlo en imponente panorámica, dominando todo el Puerto de la Cadena. Su figura es fácilmente reconocible: un farallón de caliza sobre el que se asientan los restos de un antiguo castillo árabe y desde el que se puede ver toda la ciudad de Murcia y su huerta, la vega baja del Guadalentín y el campo de Cartagena, las sierras de la Pila, de Espuña, de Ricote y Carrascoy.


El sendero parte de la zona de picnic próxima a la antigua Venta de la Paloma, al inicio del Puerto de la Cadena y aunque está señalado como un PR, algunas de las señales no se localizan fácilmente o simplemente no las hay. A nosotros nos costó encontrarla, pero prestando atención e intuición, aparece inmediatamente a la derecha, después de vadear la rambla haciendo uso de unos troncos colocados a modo de pasarela. Una vez tomada, ya no hay pérdidas.


Se va ascendiendo, con subidas y bajadas para salvar los tres o cuatro barrancos que nos separarán de la ascensión final, por una senda estrecha, que en ocasiones impone un poco de respeto al pensar que un resbalón puede hacerte caer una decena de metros barranco abajo, máxime con Darío a mi espalda y con Pablo dificil de contener con su trote alegre, dejándose caer en cualquiera de las pequeñas pendientes.


El paisaje en todo momento es sensacional. Estamos en la cara norte y todo es umbría. Hay mucha vegetación. Desde el bosque de cipreses al inicio del PR, hasta los frondosos y clásicos pinos de la zona, con abundancia de palmitos y matorral de monte mediterráneo (albaida, romero, tomillo, etc). Hay también zonas con musgos que nos sugieren que estamos en un entorno muy particular de nuestra región.


El penúltimo tramo es un duro repecho que parte a la derecha de la senda principal, de unos 300 ó 400 metros, que nos lleva hasta un claro desde el que parte nuevamente una senda que combinada con la propia roca, asciende hasta la cima del Alto, donde encontramos restos del antiguo castillo o fortaleza de vigía árabe, desde la que nos relajamos, dejando los pies colgando en el vacío y haciendo que nuestra retina se empape de la visión de esos hitos geográficos mencionados al inicio.


La bajada es por el mismo camino, aunque existe otra alternativa para hacerlo por San José de la Montaña. Esta bajada la hice también en bici de montaña unas semanas antes y es técnicamente dificil para la BTT.


Tardamos una media hora en bajar y unas dos horas en subir, contando la parada para dar de comer a Darío y tomar un descanso nosotros. Pablo me sorprende nuevamente con su resistencia física. Tiene cuatro años.



...
 escucha el latido insolente de tu corazón.



domingo, 14 de marzo de 2010

Sierra Nevada. Un mar de nubes (13/03/2010)

Esta subida a Sierra Nevada ha sido una de esas ocasiones en las que las imágenes valen más que las palabras...

sábado, 13 de febrero de 2010

DE MURCIA AL MAR MENOR EN MTB (06-02-2010)

Alentado por las palabras animosas de Jesús, dije que sí.



Dije sí y hasta que no me sentí tan cerca del objetivo como para pensar que ya no había vuelta atrás, estuve dudando y barajando la posibilidad de que una rajada a tiempo es mejor que una herida a corazón abierto. Primero, dándome la vuelta con los que se quedarían en Murcia; y después, quedándome en alguna gasolinera a la orilla de la autovía para que Mar viniera a por mí con el coche.


Pero algo en mí me decía, desde que recibí el correo electrónico con la invitación de Jesús para hacer la ruta, que debía aceptar el reto; y luego, alcanzarlo.


La ruta en cuestión consistía en salir desde Murcia para subir al Relojero y bajar hasta la gasolinera de la Venta del Puerto y continuar llaneando hasta Santiago de La Ribera campo a través, por caminos entre invernaderos, para llegar a comer y regresar en coche por la tarde. Serían 64 km en cuatro horas y media.


La bici estaba lista desde hacía un par de semanas, pues ya tenía la intención de reencontrarme con ella y con los senderos de Murcia. Mi cuerpo, también preparado y no por entrenar en bici, que hacía más de un año que no la tocaba, sino por el ejercicio semanalmente acumulado durante años. Y mi mente, clave en todo este trastorno transitorio, con la ilusión, el ánimo y la intuición necesarios para afrontar el reto que llegaba a mi correo de “terra” de forma inesperada.


Durante la noche anterior y aún diez minutos antes de la hora a la que habíamos quedado el sábado, en marcha hacia la puerta de la Catedral, todavía dudaba del empeño y me planteaba si no estaba abusando ya de un exceso de auto confianza y sería mejor acortar la ruta o incluso hacer algo yo solo por mi cuenta.


Pero algo en mí decía que no, que siguiera, que podía ser un gran día. Y lo fue.


Buena gente, buen tiempo, buena subida y buen descenso. Buen rollo, buenas sensaciones y un buen par de calambres que desaparecían estirando un poco y relajando músculo. Y así, a cada pedalada la meta estaba más próxima que la distancia recorrida en ella, y el olor de los cultivos se iba perdiendo, dejando entrada al olor a salitre, a laguna salada.


Esa noche dormí cansado, feliz y orgulloso de la gesta.


Tal y como surgen las oportunidades, hay que aprovecharlas.


Al día siguiente sólo tenía el cuello algo cargado. Sólo eso.


Las cosas a veces, salen perfectas. Aunque no sean trascendentales.


Pero lo necesitamos. Necesitamos ver que las cosas a veces nos salen perfectas. Y entonces, se convierten en trascendentales.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Abarán. Las norias, los Tanas y los “condenaos” (8-12-2009)

Martes, día 8 de diciembre, último día del puente. Son las 7 de la mañana, Darío ya no quiere más cuna y me hace levantar para ver el amanecer, con su rostro regordete pegado al mío, con sus ojos fijos en el horizonte, incomprensible para él y en esta soledad, admirable para mí. Hará un día estupendo, como lo ha estado haciendo todo el puente. Con un gritito infantil y unas palmadas de alegría, me devuelve a la realidad y me crea la necesidad de darle un par de vueltas a la cabeza para ver la manera de aprovechar el día.


Tengo ganas de un poco de trajín, de salir a andar y de darle un poco de caña a las piernas. Cuando el resto del personal se levanta aprovecho el desayuno para plantear la idea: ¿Qué tal un paseo por el monte? Hay que decidir dónde, rápidamente. Se barajan varias posibilidades y hacemos un par de consultas por internet. Finalmente optamos por un corto “paseo familiar” siguiendo la orilla del río Segura en Abarán: “El sendero de las norias”. Un recorrido por cuatro de las cinco norias que aún quedan en la villa. Sobre las 11 estamos en la Noria Grande, que nos deja impresionados por su tamaño (11,9 mt de diámetro) y porque aún sigue funcionando y abasteciendo de agua para riego a unas 155 tahúllas de huerta. Continuamos aguas arriba del Segura, pasando por la “potabilizadora” y un camino entre parcelas de huerta que nos lleva a una noria, que con sus 9 metros de diámetro, es la segunda más grande y abastece de agua para riego a unas 250 tahúllas. Las dos se conservan en buen estado. Regresamos sobre nuestros pasos, dejando atrás la Noria grande, cruzamos una pasarela sobre el río y nos encontramos frente a un cartel indicador de la tercera noria. Pero no vemos ni rastro de ella hasta que un paisano nos dice por donde para. Sólo hay que levantar la vista sobre el cartel y verla detrás de los huertos, elevando el agua, impasible en su rutina. Para llegar a la cuarta noria, continuamos ese mismo camino aguas abajo y nos la encontramos, desvencijada, tras un huerto, en mal estado y lógicamente sin funcionar. El paso del tiempo ha podido con ella, con sus cangilones de madera, que han desaparecido deshechos por el agua, y de las palas quedan un par de testigos a sus pies. Regresamos a la noria grande, cruzando de nuevo el rio por la pasarela , hasta el pequeño aparcamiento donde habíamos dejado el coche.


Es la hora de echarle de comer al cuerpo y callejeamos por el centro de Abarán, pasando por la plaza de toros, bajando hacia el ayuntamiento y en una de estas encontramos nuestro bar. El bar del pueblo. El de Los Tanas. Unos tercios bien fríos, un ensalada de tomates con olivas y atún, unas chirlas, atún de hijada a la plancha, unos caballitos, una de huevas también a la plancha... Y nos quedamos con las ganas de seguir probando todo lo que tenían: chapinas, gambas al ajillo, empanadillas caseras, salmueras, croquetas de jamón, bacalao... pero para eso hay que andar al menos un par de horas o tres más.



Saliendo del bar, en una callejuela próxima hay una confitería casera, El Paso, de las que tienen el cuarto de estar pegado al despacho, y en la que hacen unos dulces caseros de tal calidad que Mar no quiere marcharse de Abarán sin comprar los típicos “condenaos”, que dicen elaborados con la masa de los restos que quedan de hacer otros dulces... Simplemente deliciosos, con crema y una capita de azúcar por encima y ese sabor a canela....


Volvemos para Murcia en coche sobre las tres de la tarde, echando una siesta a propósito de la toña que nos entra cuando el sol todavía en alto y caliente se queda amarrado a nuestros rostros y nos persigue plácidamente por la carretera, en este diciembre primaveral; en este diciembre que no es diciembre.


viernes, 30 de octubre de 2009

Caminando. El Inicio de la temporada

Hemos iniciado la temporada de senderismo por el Majal Blanco.


Alentados por las buenas temperaturas del mes de octubre, con fines de semana primaverales, el domingo 18 subimos los cuatro  al Majal Blanco. Darío se estrenaba a mis hombros en la mochila que ya portó a Pablo. Este día se inauguraba un sendero de unos 2,5 km. muy bien señalizado, bonito y sin complicaciones, dirigido a familias o para aquellos que quieran dar  un corto paseo bajo la sombra de los pinos, bajando por una rambla y aprecinado la vegetación característica de la zona, bien señalizada y representada por el baladre, el enebro, la jara blanca, la albaida, el romero, el tomillo, la uña de gato, la coscoja, la carrasca, etc. 

El domingo día 25, animados también por el buen tiempo subimos al Majal Blanco, esta vez Pablo y yo, sin la compañía del resto de la familia. Nos hacemos la Ruta de las Cuevas del Buitre, de unos 5,5 km. Se asciende primero por una pista y luego por una estrecha senda hasta unos farallones de caliza con hoquedades, que reciben el nombre de las Cuevas del Buitre. Se desciende también por una estrecha senda. Hay buenas vistas del valle de Murcia y la sombra y la vegetación cambiante nos acompañan todo el camino. A veces romero, a veces albaida a la orilla del camino, mucho palmito, la jara blanca, la tierra roja por el contenido en hierro y al final, llegando ya a la carretera que recorre el parque municipal, unos 8 ó 10 algarrobos alineados... Consigo jugando, que Pablo reconozca y distinga sin dudas, además del romero y del pino, la jara blanca, la albaida y el palmito.

martes, 20 de octubre de 2009

EL FOTOGRAFO RETRATADO



Me llama muchas veces la atención la postura, digamos física, adoptada por el fotógrafo, ya sea éste profesional o amateur, con mayor o menor “feeling”, con más o menos destreza para el “baile de imágenes”, para la sensibilidad hacia lo fotogénico, para poner el ojo en el momento adecuado en la forma adecuada, a la forma adecuada. Y es que no deja de ser curioso que ante el mismo paisaje u objeto, nos colocamos de forma distinta, según nuestra personalidad o según nuestro estado de ánimo, o nuestro sentido del ridículo... por qué no decirlo también. Porque los seres vivos, ya no sólo los humanos, reaccionamos de forma distinta antes los mismos paisajes o los mismos edificios u obras de arte. Unos con admiración, otros con indiferencia, otros con pasión, otros con envidia, otros con rechazo, otros con miedo, algunos con una simple sonrisa y otros con una sonrisa simple.

¿Y quién no ha pensado en tomar una foto a ras de suelo pero no se ha atrevido a hincar las rodillas y hundir el moflete en el asfalto o enla tierra húmeda?, ¿o quién no ha pensado tomarse una foto haciendo el amor?


Los he visto que vagan por una catedral gótica con la cámara escondida, ajenos al “prohibido hacer fotos” colocado en todas las paredes y reclinarios y de repente, como el que observa el vuelo de una molesta mosca, siguen el movimiento con la mirada, ralentizan el de las manos y en rápido gesto: ¡clic! ¡¡Flash!! Y vuelven a esconder la cámara. Ya está el fresco de la virgen con el niño del siglo XIV fotografiado!! Seguramente esa foto quedará en el olvido, o no.


En el viaje a Viena y Praga, intenté disimuladamente captar el momento en que otros fotografiaban algo que yo ya había fotografiado, o algo que para mí no causó el interés de hacerlo. Mis fotógrafos retratados anónimos eran turistas, gente sencilla, popular, cada uno con un interés en lo fotografiado, que podía ser el mismo, distinto e incluso ninguno. Pero eso ya habría que haberlo preguntado. Con permiso, les presento: