viernes, 30 de octubre de 2009

Caminando. El Inicio de la temporada

Hemos iniciado la temporada de senderismo por el Majal Blanco.


Alentados por las buenas temperaturas del mes de octubre, con fines de semana primaverales, el domingo 18 subimos los cuatro  al Majal Blanco. Darío se estrenaba a mis hombros en la mochila que ya portó a Pablo. Este día se inauguraba un sendero de unos 2,5 km. muy bien señalizado, bonito y sin complicaciones, dirigido a familias o para aquellos que quieran dar  un corto paseo bajo la sombra de los pinos, bajando por una rambla y aprecinado la vegetación característica de la zona, bien señalizada y representada por el baladre, el enebro, la jara blanca, la albaida, el romero, el tomillo, la uña de gato, la coscoja, la carrasca, etc. 

El domingo día 25, animados también por el buen tiempo subimos al Majal Blanco, esta vez Pablo y yo, sin la compañía del resto de la familia. Nos hacemos la Ruta de las Cuevas del Buitre, de unos 5,5 km. Se asciende primero por una pista y luego por una estrecha senda hasta unos farallones de caliza con hoquedades, que reciben el nombre de las Cuevas del Buitre. Se desciende también por una estrecha senda. Hay buenas vistas del valle de Murcia y la sombra y la vegetación cambiante nos acompañan todo el camino. A veces romero, a veces albaida a la orilla del camino, mucho palmito, la jara blanca, la tierra roja por el contenido en hierro y al final, llegando ya a la carretera que recorre el parque municipal, unos 8 ó 10 algarrobos alineados... Consigo jugando, que Pablo reconozca y distinga sin dudas, además del romero y del pino, la jara blanca, la albaida y el palmito.

martes, 20 de octubre de 2009

EL FOTOGRAFO RETRATADO



Me llama muchas veces la atención la postura, digamos física, adoptada por el fotógrafo, ya sea éste profesional o amateur, con mayor o menor “feeling”, con más o menos destreza para el “baile de imágenes”, para la sensibilidad hacia lo fotogénico, para poner el ojo en el momento adecuado en la forma adecuada, a la forma adecuada. Y es que no deja de ser curioso que ante el mismo paisaje u objeto, nos colocamos de forma distinta, según nuestra personalidad o según nuestro estado de ánimo, o nuestro sentido del ridículo... por qué no decirlo también. Porque los seres vivos, ya no sólo los humanos, reaccionamos de forma distinta antes los mismos paisajes o los mismos edificios u obras de arte. Unos con admiración, otros con indiferencia, otros con pasión, otros con envidia, otros con rechazo, otros con miedo, algunos con una simple sonrisa y otros con una sonrisa simple.

¿Y quién no ha pensado en tomar una foto a ras de suelo pero no se ha atrevido a hincar las rodillas y hundir el moflete en el asfalto o enla tierra húmeda?, ¿o quién no ha pensado tomarse una foto haciendo el amor?


Los he visto que vagan por una catedral gótica con la cámara escondida, ajenos al “prohibido hacer fotos” colocado en todas las paredes y reclinarios y de repente, como el que observa el vuelo de una molesta mosca, siguen el movimiento con la mirada, ralentizan el de las manos y en rápido gesto: ¡clic! ¡¡Flash!! Y vuelven a esconder la cámara. Ya está el fresco de la virgen con el niño del siglo XIV fotografiado!! Seguramente esa foto quedará en el olvido, o no.


En el viaje a Viena y Praga, intenté disimuladamente captar el momento en que otros fotografiaban algo que yo ya había fotografiado, o algo que para mí no causó el interés de hacerlo. Mis fotógrafos retratados anónimos eran turistas, gente sencilla, popular, cada uno con un interés en lo fotografiado, que podía ser el mismo, distinto e incluso ninguno. Pero eso ya habría que haberlo preguntado. Con permiso, les presento:










viernes, 2 de octubre de 2009

PAREJA JOVEN CON HIJOS PEQUEÑOS, VIAJA: VIENA Y PRAGA. JULIO DE 2009.

No es por dárselas uno de "echao p´alante" pero tanto en los preparativos del viaje como al regreso, cuando contaba a alguien nuestras ideas o bien ya nuestros avatares, la gente solía reaccionar de dos maneras:

1. Qué guay, ya me gustaría a mí poder hacer eso, pero es que donde voy yo con mis crias...¿y no os da miedo que pase cualquier cosa, tan lejos?
2. Haceis muy bien, si lo que no se haga ahora....Así los crios se acostumbran...

A mí lo que me provocaba más temor era que se nos cruzara la pinza por ahí, lejos del cobijo de las cosas habituales, del hogar. Sería un sufrimiento seguro...

Pero ya se habían tomado casi todas las decisiones y el avión estaba "con los motores arrancados". Y ese no espera. Así es que unas semanas antes tuvimos jornada de reflexión para sacar el proyecto hacia delante.

El resultado:
Llega el 10 de julio, yo trabajo media jornada para comer pronto y terminar de preparar las maletas. Antonio viene a recojernos. Larga cola en el aeropuerto de Alicante y salida puntual con Ryanair. Nuestras maletas pesan 14 y 14,5 kg respectivamente. ¡Al pelo!. Llegamos a Bratislava y de ahí a Viena en un autobús de la misma compañía. Un taxi y estamos en el hotel: limpio, sencillo, funcional, en el extrarradio, cerca del Prater: el pulmón de Viena.

Viena es magna, en edificios, en calles, en transporte, en parques, en cerveza, en precios, en el uso de la bicicleta como medio de transporte...

Los primeros dos días, a pesar de que estábamos concienciados de respetar el ritmo de lo niños, la teoría va por un lado y la práctica se desarrolla por otro, así es que los apuramos al máximo y eso nos pasa factura: cansancio, desorden del sueño, de las comidas, estrés, broncas, enfados, todos con todos, ninguno se salva, ni los camareros de los restaurantes, que también tienen su parte de culpa.

En tres días se pueden destacar muchas cosas, pero principalmnete, Stephanplatz (la catedral gótica) y el centro comercial, carismático e histórico de Viena; y el Museo Albertina, en el que Pablo, en plan de juego, encuentra todos y cada uno de las obras expuestas en el catálogo del museo, dándole un susto de muerte a un vigilante cuando, al salir del baño, se abalanza apuntando con el dedo, sobre “El estanque de los nenúfares” de Claude Monet, al descubrir el único cuadro que le faltaba para acabar su juego de “descubre lo que hay en el Catálogo del obras del museo”.
Éste recoge obras de Picasso, Monet, Cezanne, Degal, Modigliani, Juan Gris, Matisse, Kandinsky, etc.






A Pablo le regalamos por esa jornada una visita al Parque de Atracciones del Prater, con la gigantesca noria, montaña rusa y demás atracciones típicas.








También visitamos el "Sonbrun", el palacio barroco de la emperatriz Mª Teresa y del emperador Francisco José, luego de Sissí y hasta palacio de verano de Napoleón. Mucha gente, mucho que ver. Merece la pena la visita de 50 minutos del interior, una vuelta por los jardines y como premio para Pablo, por la tarde visita al zoológico, con nutrias, osos (grises y panda), buitres, elefantes, rinocerontes, monos, lobos! Después jugamos por los laberintos dispuestos para perderse y pasar un rato entretenidos en encontrarnos todos, un poquito más próximos cada vez.


Esa tarde también nos pasamos, apuramos para ir a un viejo café 8 el más antiguo dicen las guias) y a un sitio típico por su gulash y se nos cae la noche encima, como el plomo, y el cansancio se adueña de Pablo, que pide la silla de Darío y de Darío al que me echo en la mochila “canguro” y así llegamos al hotel cansados y encabronados a las once de la noche.... Remember my brother, que hay que cambiar el chip!

En Viena y más tarde en Praga, me quedo con las ganas de asistir a alguna representación de ópera.

El martes 14 de julio nos vamos a Praha, cogiendo el tren en Sudharhof, son unas 4 horas de cómodo viaje. Desde Viena ya nos dicen que tengamos cuidado con la peña, que no es trigo limpio, pero en ningún caso viviremos alguna situación que tengamos que recordar esas palabras. Cuando llegamos, tomamos el tranvía nº 9 para ir al hotel, pero lo cogemos en dirección opuesta y eso nos adentra en la Praga periférica y decadente, pero como pudieramos encontrar en cualquier barrio de las afueras de muchas ciudades (Murcia, Madrid, Valencia, Alicante, etc). Media vuelta y nos introducimos en la Praga antigua, cosmopolita, humanizada, acogedora. Estamos en Národni, en el puro Stare Mesto (la ciudad vieja). El nuestro es un hotel sencillo, para familias jóvenes, turistas mochileros, con ganas de pateo, gente joven o de edad media. Estamos muy cerca del río Moldava y un paseo por su orilla merece la pena para llevarse la primera impresión nocturna y la espectacular de sus torres torcidas junto al Museo Nacional.

La lluvia prevista desde que consultamos las previsiones al iniciar el viaje, hace su presencia y nos retiene una mañana en el hotel, aunque compro unos paraguas por 2,5 € cada uno, después de un buen paseo buscándolos y de calarme un poquillo. ¿Dónde los localizo después de una hora buscando por los alrededores? Pues en una tienda de chinos!

Para conocer Praha, aparte de la guia que utilizabamos en papel (Anaya Touring Club), es muy recomendable una visita guiada. Y eso hicimos, contratar una en español, que partía de la Plaza de Wenceslao. Nuestro guía se llamaba  David ; es checo y habla perfectamente español y Pablo lo definirá espontáneamente como “ese señor que habla mucho”, porque lógicamente, no para de comentar todos y cada uno de los aspectos de la vida checa, de los rincones de la ciudad, de las anécdotas propias de todo guía que pretende captar la atención de sus oyentes. Y éste lo consigue. David es sin duda, un buen guía y conocedor de la historia e idiosincrasia de su país.

Nos llevará por lo más significativo de Praha, contándonos detalles muy peculiares, historias trascendentales para comprender el devenir moderno del país, para entender cómo piensan y un poco, cómo se sienten las gentes, social y políticamente hablando. Es una visita que dura 6 horas, que se inicia com oya he dicho, en la Plaza de Wenceslao, pasando por una casa checa, prosigue hasta la Plaza de la Ciudad Vieja, con la torre y el reloj astronómico y todas las casas barrocas que la rodean y que serán motivo de otra visita específica por nuestra parte.
































Continuamos por el barrio judío, para llegar al embarcadero, en el río, dar un paseo en barco y tomar una cervecita bien fría. Volvemos al barrio judío para verlo con más detenimiento: las sinagogas, el ayuntamiento, el cementerio, etc. Almorzamos en un restaurante próximo al popular Puente de Carlos, subterráneo, fresco y tranquilo. Mar, queso empanado, Pablo espagueti y yo gulash, uno de los platos más típicos, que es un excelente estofado de carne, con salsa de pimentón y rodajas de pan, y de postre un pastel de manzana extraordinario y buen café. El Puente de Carlos es como la puerta del Corte Inglés. Allí está todo el mundo, pasando de un lado a otro, vendiendo, mirando, comprando. Lo cruzamos para llegar a Mala Strana y coger el tranvía que nos suba al Hrad (Palacio-Castillo de Praga). David nos comenta que los billetes se adquieren en función del tiempo que se vaya a utilizar el transporte público y que son válidos para cualquier medio público. Se nos despeja así la duda, pues Mar me quería hacer creer que era todo gratis (ejem, ejem). Hay multas de 35 € por carecer del ticket. En el castillo vemos las tres plazas y la catedral de San Vito, para la que hay una buena cola, pero que va rápida. Bajamos por los viñedos, con posibilidad de tomarse un vino de camino. Abajo nos despedimos con buen sabor de boca: Ha merecido la pena, porque nos hemos dado una idea general de la ciudad para, en lo que queda de estancia, visitar algunas cosas con más detenimiento.


Así al día siguiente, con la tranquilidad del que tiene casi todo el camino hecho, visitamos la Plaza Vieja, compramos unos libros de cuentos en la que otrora fuera la librería del padre de Franz Kafka, pero no tienen en español los títulos que nos recomienda David. Entre otros, “La guerra con los salamandros” de Karel Capek; “La soledad demasiado ruidosa” de Hrabal; “Las aventuras del buen soldado Svejk” de Jaroslav Hasek; “Praga Mágica”, de Angelo Maria Ripelino; “Toda la belleza del mundo”, de Jaroslav Seifertun. Compramos también dos CD´s de Josef Myslivecek apodado “Il Bohemo Divine”. Merece la pena, ya hecho el tour, pasear despreocupadamente entre los edificios barrocos, detenerse en los cubistas, degustar la buena comida del Klub Architektu y su ambiente relajado, ya que se trata de un local subterráneo, abovedado y sencillo, en la penumbra que dan sus lámparas con poleas. La comida la dividen en entrantes, sopas, carnes acompañadas, comida para gourmets y comida para gourmats. Esta última, más elaborada y más cara. Tienen vinos tintos locales, de Chile e italianos. Nos decantamos por los chilenos. Salimos por 1000 coronas checas, lo que es muy barato para la calidad y la cantidad de los platos. También tiene un menú por 7,5 € muy recomendable.


Visitamos también una cervecería tradicional –U Fluku- en la que sin esfuerzo alguno, corre la cerveza negra, suave y extraordinariamente buena, para mi paladar acostumbrado a la exquisitamente fría y amarga Estrella de Levante. Después visitamos otra fábrica de cerveza, pero esta vez rubia, la pilsen, con menos gas que las comerciales, cobijo de adolescentes que me recuerdan a la época de tascas en Murcia (el Refugio, el Sevillano y otras más). Llueve también y echamos mano de los paraguas y del "raincover" para la mochila.

Con toda la que está cayendo estos días no se nos ocurre otra cosa que matar el último día llendo a Kutná Hora, a 65 km de Praha. Ciudad protegida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Pero desprotegida de las inclemencias meteorológicas. Y es que pensamos que para quedarnos en el hotel sentados, nos vamos a cualquier parte no conocida, a descubrir. Allí encontraremos la única carta en español de todo el viaje. Es destacable la catedral gótica de Santa Bárbara por su representatividad, con sus frisos únicos, las capillas, los frescos, los murales, las sillas esculpidas, etc. Pero tampoco da para mucho más. O soy un poco inculto, o me he perdido algo con la lluvia, o no entiendo lo de Patrimonio de la Humanidad.



De regreso a Praha, en la estación de Kutná Hora, con la lluvia cayendo tras los cristales como único sonido y sentados en un banco, espalda contra espalda, con Pablo durmiendo en la silla de Darío y éste en los brazos de Mar, mientras esperamos el tren, oigo a alguien afinar delicada y cariñosamente una guitarra ajena, que rompe el silencio e invade los recuerdos.
Regresamos el domingo día 19 de julio en tren, hasta Bratislava (ahí si que tenemos la sensación de inseguridad en cuanto al ambiente en la estación). Tomamos un autobus público al aeropuerto para coger el avión hacia Alicante. Todo puntual, todo correcto. Como anécdota, acompañamos a un invidente desde el autobus a la terminal. Este señor no sabía dónde estaba cuando llegamos al aeropuerto, ni dónde ir, pero ahí estaba, iba a esperar a su esposa.

El abuelo, como en otras ocasiones, como en otros regresos, está ahí, en la noche, observando los aviones que despegan y los que aterrizan. Observando a la gente que llega y a la que se va. Imaginando seguramente alguna historia que lo mantenga ocupado hasta que los paneles anuncien el aterrizaje de nuestro vuelo. Su visión en la puerta del aeropuerto nos devuelve de golpe, a la realidad. Aterrizamos también mentalmente. Las maletas llegan todas y nos ponemos en marcha....

Llegamos a casa, ahora tenemos varios días para descansar.

Es verano y la playa, el sol , las cervezas muy frias y los calamares, también son parte de mi mundo!!


Viajamos porque no podemos resistirlo.

Viajamos porque tenemos que romper con lo ordinario.
Viajo con la esperanza de que salga todo mejor de lo que pienso.
Viajo con miedo al miedo de que algo no salga bien.
Viajo porque no tengo más remedio que sobrevivir

miércoles, 5 de agosto de 2009

Into de wild


Cuando leí el comentario sobre esta película en el blog de Pablo Ruiz (Killer Fish) me llamó la atención y me la descargué. Desde hace unos días estoy intentando buscar un rato para verla y hoy que he tenido la tarde libre, con la casa para mi sólo, me he sentado tranquilamente delante de la tele, saltándome toda la lista de pelis que tengo pendientes y otras faenas...
Y me ha gustado mucho. Mucho, mucho!! Desde el tema de fondo (la otra mirada de la vida, la fijación de objetivos, los traumas personales - familiares, la ruptura radical con los cánones tradicionales, la valoración de las cosas sencillas, las ganas de aventura y de libertad con los 20 años, etc); pasando por la música; los planos; los paisajes; los actores; las citas literarias (Lord Byron, Tolstoi...); además de la exposición de la historia con los feed-back; etc, etc.
Y es que tiene mucha miga para sacarle y agradezco a Pablo que la haya comentado porque así me ha dado pie a descubrirla. Y yo intentaré a su vez, hacersela llegar a otros para que recuerden los ideales, la búsqueda de la felicidad y la visión de la libertad, para ver si les dá por pensar...

jueves, 9 de julio de 2009

VIENA Y PRAGA

Ilusionados, mañana nos vamos a Viena y tras unos días en la ciudad austriaca, marcharemos a Praga. Ya contaré!!

sábado, 9 de mayo de 2009

NO TREKKING, DESPERATE


Ya llevamos un tiempecico sin darle al campo. Entre el nacimiento de Darío y mi lesión , se nos ha echado la primavera encima, los calores, que son tan malos para esto de andar por los senderos.

Así es que me temo que esta temporada, que va a pasar sin pena ni gloria para todo (léase windsurf, snow, bici de montaña y trekking), llega a su fin con el mayor regalo que he podido tener, la vida de un nuevo ser, la vida de Darío, mi hijo, que viene a decirme, "papá, aquí estoy, para que me enseñes sobre el mundo y sobre la vida, para disfrutar contigo, con mamá y con Pablo y con todo lo que se me venga por delante...". Él ha magnificado estos momentos, adustos a veces. El le ha dado con sus sonrisas, en su cuerpo minúsculo, a mi tiempo, un toque de absoluta ingenuidad.


¿Qué puedo hacer ahora en este blog, hasta que vuelva con Darío a mi espalda, con Pablo ya marchando solo y con Mar, mochila a los hombros con el almuerzo de los cuatro, bota de vino incluida...a ascender los caminos buscando la cumbre?

Puedo escribir algunos versos, alguna prosa, algunos pensamientos, algo que me hago soñar, que estoy en lo alto de una montaña, agotado, con lo cuádriceps como el mármol, con el resuello de la subida todavía en la garganta y con las vistas impresionantes que deja toda cumbre, simpre que no esté nublado, claro. O puedo citar a los grandes o llorar por los que se fueron. O agarrar la bota y darme un trago de vino, que me alivie.

sábado, 21 de febrero de 2009

En el Parque de Las Torres (20-02-2009)

Estamos sentados en un banco frente a los columpios, Pablo merienda y yo observo a los críos corretear. Alguien llama mi atención y con el rabillo del ojo la veo acercarse a mi diestra, con una bolsa marrón de polipiel colgada del brazo, el andar cansado y la mirada buscando en su interior los recuerdos enjaulados.
Trae un vestido negro, muy viejo, pero sin manchas; medias y alpargatas negras. Sobre los hombros, un chal azul marino, que la abriga del fresco que va dejando el sol al caer en el parque, tras los árboles y los edificios. Tiene los ojos claros, del color del cielo y el pelo blanco, tupido y corto.

-¿Cuántos años tiene?, Perdona que me meta...,- se disculpa después de interrumpir con su pregunta.
-Tres años y unos meses, respondo. Es pequeñico, añado.
-¿Va al colegio?
-Sí, va al cole.
-Ahora es que los llevan muy pronto al colegio.

Y continúa, con un brillo en los ojos, fijos en los mios, pero a la vez ausentes.

-Yo fui al colegio con trece años, claro que eran otros tiempos. La maestra me procuró una beca. Era la número uno y escribía sin faltas de ortografía. Pero la beca que me llegó fue la guerra y a la maestra se la llevaron y nos trajeron a otra que se equivocaba incluso al rezar. Las de la primera sección sabíamos más que ella... A la maestra se la llevaron por roja.

Empieza a perderse en sus recuerdos.

-La guerra fue muy mala, tú no la has conocido. Yo quería que mis hijos estudiaran y no pasaran faltas. Aprendí a coser con un primo en Barcelona. Cosíamos mucho porque él se comprometía a terminar un traje y había que acabarlo, aunque fuera de noche. Entonces la gente sólo tenía un traje que se ponía los días de fiesta. Se hacían un traje y se casaban con él Pero en Barcelona, con mi primo sólo cosía trajes para hombres y su mujer se salía a bordar a la calle con otras mujeres para hablar, porque le gustaba eso, hablar con las vecinas. Como solo cosía, me apunté a un curso a distancia y aprendí a hacer patrones, a cortar y con el tiempo, a confeccionar vestidos para mujer. Pero ese trabajo no era suficiente para darle estudios a mis hijos y me fui a Francia. Al pasar la frontera, lo primero que podías hacer para trabajar era fregar suelos y limpiar casas. Me apuntaban veinte horas al día. En Francia sí se podía ganar dinero para darle un futuro a los hijos, para darles lo que yo no pude tener. Le di estudios a mi hija, que es maestra. Y se vino a Murcia y yo me vine con ella. Yo soy de Cáceres. Ahora ella se ha ido y aquí me he quedado yo. La casa del pueblo la compró mi marido por 30 duros. La arreglamos con cuatro millones. Y ahí está, vacía. Tengo un hijo, pero fue a hacer el servicio a África y ya no quiso estudiar. Era la número uno porque el guardapolvos lo colocaba la primera. El guardapolvos servía para que no se vieran los remiendos en los vestidos. Mi marido se hizo falangista para que no le pasara nada. Arreglaba zapatos, porque antes a los zapatos se les ponían suelas y se arreglaban. Tenías un par de zapatos buenos y solo te los ponías los días de fiesta, como los trajes. Ahora hay muchos zapatos. Estoy sola. Mi hija se ha ido. Pero no tengo faltas, gracias a lo que cobro de Francia.

Hace una pausa. Sus ojos azules, no se apartan de los míos y por sus pupilas imagino que pasan los recuerdos grabados, quizás los únicos que le queden, quizás los únicos que quiera contar, quizás los únicos que se ha aprendido pero que ya no recuerda.
Despega los labios, temblorosa:

Yo fui al colegio con trece años. La maestra me procuró una beca. Era la número uno y escribía sin faltas de ortografía. Pero la beca que me llegó fue la guerra y a la maestra se la llevaron y nos trajeron a otra que se equivocaba incluso al rezar. Las de la primera sección sabíamos más que ella... A la maestra se la llevaron por roja... Pero es una historia que ya no voy a escribir.

Ha pasado un día y me ardía en la mente, tenía que echarlo: Lo poco que oí, tenía que echarlo, así que con su permiso, la escribo yo, señora.

Después de algún tiempo edito esta entrada, con la intención de mostrarte un entrañable libro para niños, "Abuelita, ¿te acuerdas?" de Laura Langston, que de vez en cuando le cuento a Pablo con la intención de mostrarle una circunstancia que es cada vez más usual en el entorno que vivimos. Cada vez que se lo leo, no puedo evitar emocionarme. Si tú lo lees, me entenderás.